«De viaje por un país de Oriente, el señor Palomar ha comprado en un bazar un par de pantuflas. De regreso en su casa, trata de calzárselas: se da cuenta de que una pantufla es más ancha que la otra y se le cae del pie. (…)
“Tal vez ahora –piensa el señor Palomar– otro hombre camina por aquel país con dos pantuflas desparejadas. (…) Tal vez también él en este momento piensa en mí, espera encontrarme para hacer el cambio. La relación que nos une es más concreta y clara que gran parte de las relaciones que se establecen entre seres humanos. Y sin embargo no nos encontraremos jamás”. (…)
“Tal vez el comerciante sabía lo que hacía –piensa el señor Palomar–; al darme aquella pantufla desparejada corregía una disparidad que desde hace siglos se escondía en aquel montón de pantuflas, transmitida durante generaciones en aquel bazar”. El compañero desconocido tal vez cojeaba en otra época, la simetría de sus pasos se corresponde no sólo de un continente a otro, sino a siglos de distancia”.»
Palomar, Italo Calvino.